Tres años de trabajo, diez millones de euros, un espacio de 1.500 metros cuadrados, software con tecnologías de última generación (láser, realidad virtual, escáner, pantallas tridimensionales), para reconstruir las ciudades de Pompeya y Herculano, y todos los asentamientos antiguos de la Campania, desde Cuma hasta Sorrento.
Las escavaciones se han convertido en reconstrucciones de realidad virtual y aumentada, han sido necesarios años de investigaciones de arqueólogos y estudiosos de todo el mundo. Las pantallas se ocultan en charcas de aguas cristalinas, linternas mágicas y espejos oxidados por el tiempo, los cambios de temperatura y las sugestiones olfativas, hacen la visita aún más realista.
Con una escenografía mínima y el empleo de una tecnología inmersiva, interactiva e invisible, el visitante se tiene la sensación de formar parte de un evento que contribuye a determinar.
Todo el museo es gestionado por un único software que, a partir de la identidad de los visitantes -reconocidos a través de una chapa electrónica que recoge su edad, sexo y nacionalidad- controla las más de 70 instalaciones, de modo que éstas se reconfiguran cambiando el idioma y a veces el contenido.
En el prostíbulo, las imágenes eróticas más escabrosas se ocultan cuando el programa detecta la presencia de niños. El mecanismo se activa también en las termas, donde los visitantes deben limpiar un cristal empañado para ver las escenas más íntimas, mientras perciben el intenso olor de óleos y perfumes. El mecanismo de reconocimiento funciona también cuando el visitante recorre las calles del mercado virtual, ya que el sistema acústico reconoce al visitante y le habla en su idioma.
Gracias a una técnica que el ejército utiliza para engañar el enemigo, el sonido no se expande en el espacio sino que se forma en un punto alejado de su origen, así que el público percibe trozos de conversaciones, que le sumergen en conspiraciones, historias de amor y vivencias cotidianas, de la época romana. El recorrido empieza con una galería, donde los rostros de los antiguos habitantes cobran vida y cuentan sus historias. La reconstrucción del pozo permite al visitante interactuar tan sólo moviendo con la mano la superficie líquida, mientras que la caída de una piedra virtual le lanza salpicaduras reales. Al salir de los subterráneos una pared de agua nebulizada, donde se visualizan escenas urbanas y rurales, representa a la nube piroplástica que mató los habitantes, antes de que la ceniza conservara eternamente sus cuerpos en la postura que tenían entonces. También se pueden reconstruir mosaicos y visitar residencias patricias.
El corazón del museo es el Cave, una instalación de realidad virtual que permite pasearse por casas y jardines de Pompeya, Stabia y Herculano. Se ha optado por soluciones intuitivas y transparentes, sólo se interactúa con las manos.
A diferencia de una colección estable, donde el material se expone según reglas rígidas e inalterables, aquí todo es objeto de experimentación continua. Un libro virtual interactua con los principales frescos de la zona y una mesa interactiva que proporciona informaciones sobre la gastronomía de la época.